El Ultimo Canto del Cisne
Cada animal posee ciertas características que lo
diferencian del resto. Formas de ataque, de defensa, de expresar sus
sentimientos: alegría, odio, temor, amor. Se podría decir en sentido amplio que
cada animal tiene su propio carácter.
Uno de ellos, el cisne, no es una excepción,
pero tiene algunas cualidades que lo hacen muy especial y único. Suele vivir en
regiones frías, y habitualmente pantanosas. Tiene un pésimo sentido del humor,
que hace que tenga pocos amigos dentro de su misma especie. Pero son
decididamente monógamos. Cuando forman una pareja es para siempre y solamente
la muerte de uno de los dos rompe ese idilio y esa fidelidad inalterables.
Un autor desconocido describía respecto al cisne
una de las historias más indescifrables del mundo animal. Bellos, orgullosos,
de largos y estilizados cuellos, armónicos, los cisnes no cantan, salvo los
ejemplares de una de sus especies que emiten un sonido algo gutural y poco
agradable de cuando en cuando.
Sin embargo, casi todas las especies de cisnes
rompen su mudez de toda la vida en un único momento: cuando van a morir. En ese
mismo instante cantan de una manera armoniosa y casi mágica.
El sonido de ese canto puede escucharse hasta
cinco o seis kilómetros de distancia en los espacios abiertos y se parece, por
momentos, a la música de un corno, que es un típico instrumento de orquesta
sinfónica.
Luego, cuando la muerte está ya más cercana,
aquel sonido cambia misteriosamente y se asemeja mucho al tañer de unas
campanas graves. Aquella música no es sólo un sonido. Es un conjunto de
armonías que se parecen de pronto a un lamento plañidero y, de pronto, a un
himno lleno de fervor y hasta de alegría.
El resto de los cisnes saben de qué se trata, y
guardan un respetuoso reconocimiento mientras su compañero está despidiéndose
de la vida con ese único canto. Ni siquiera la pareja del moribundo lo acompaña
en su canto. También permanece en silencio, aunque a su lado.
La escena puede durar unos minutos, después de
los cuales el cisne morirá y el lago seguirá siendo el mismo, con un silencio
solamente roto por el chapotear de los animales o de las dulces aguas que
chocan blandamente contra las orillas. La pareja del cisne muerto se alejará
del lugar, separándose de todos los que fueron sus compañeros, y nunca más se
sabrá de ella.
La ciencia no ha podido desentrañar el misterio
y saber el motivo de aquel último y único canto del cisne. Sin embargo, esa
historia nos puede ayudar a valorar dos cosas: una es la fidelidad, rara entre
los animales, pero que entre las personas es imprescindible, sobre todo en el
matrimonio o en una vida entregada a Dios. Y la segunda es el canto de
despedida en una espera digna de la muerte. Si un animal con sus limitaciones
las sabe vivir, cuánto más los hombres habría que saber vivirlas.
Les Dejo el Mensaje del Pastor Fito Franco con esta bella Historia y su Aplicación Espiritual a nuestras vidas.-
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