TRES HISTORIAS DE AMOR

TRES HISTORIAS DE AMOR

Mahmoud, residente de Teherán, tenía treinta años de edad cuando se casó con una hermosa quinceañera llamada Golanbar. Durante el primer mes, el de la luna de miel, todo fue de lo mejor. Pero pasada la primera luna, Mahmoud hizo algo insólito. Se divorció de Golanbar y vendió a la joven a un lenocinio por la suma de dos mil ochocientos cincuenta y siete dólares. Con el dinero se compró un automóvil.

Las autoridades iraníes, al enterarse de lo que Mahmoud había hecho, lo detuvieron. Él nunca se imaginó que su conducta tuviera consecuencias tan drásticas. A fin de evitar mayor castigo, el hombre se arrepintió de sus acciones, devolvió el automóvil y recuperó su dinero. De ahí fue al lenocinio, compró de nuevo a Golanbar y se volvió a casar con ella, jurándole amor eterno. Esta vez, en definitiva, habría de ser eterno.

Hay una antigua historia semejante a esta relatada en la Biblia. Es la historia del profeta Oseas. Sólo que en la historia de Oseas es su esposa, Gomer, la que desprecia el amor de su esposo y se escapa de él para ir a venderse a un lenocinio.

Oseas sufre mucho, pero Dios le dice que debe perdonar a su esposa e ir en busca de ella a comprarla de nuevo para sí mismo. Oseas difícilmente comprende lo que Dios le está queriendo enseñar, pero obedece al Señor y va a donde está Gomer, su esposa, y la compra por quince monedas de plata y una carga y media de cebada.

Esta extraña historia bíblica representa el inmenso amor redentor que Dios le tiene a la raza humana. Toda la humanidad, a la manera de la esposa de Oseas, se ha alejado de Dios siguiendo caminos de pecado. Pero Dios nos ama profundamente a todos y desea redimirnos.

¿Qué hace entonces? Escribe otra historia de amor. Es la historia escrita en el Calvario, historia que revela a Jesucristo, Dios hecho hombre, derramando su preciosa sangre como el precio legal de compra de todo preso y cautivo del pecado y del mal.

La Biblia dice que todos nos hemos descarriado como ovejas, y que cada uno de nosotros ha seguido su propio camino. Pero dice, también, que Dios ha castigado nuestra maldad en la persona de su Hijo Jesucristo. Y Jesucristo pagó toda nuestra culpa en la cruz del Calvario.

¿Qué podemos hacer para corresponder a ese amor? Dar media vuelta en el camino errado de nuestra vida y regresar al Señor Jesucristo. Aceptémoslo como nuestro Señor y Redentor. Él desea ser nuestro Salvador. Rindámosle nuestra vida.

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